Y entonces la veo a ella

Retrato Marina de Oteo

Una de las cosas que más me gustan de mis encargos son las historias que hay detrás de cada uno de ellos. Siempre hay una historia detrás. Siempre. Y a mi me encanta cuando me la relatas, porque me siento parte de ella y al sentirme parte de ella, me involucro aún más.

Tú no lo sabes, pero cuando me encargas fotografiar tu historia, automáticamente empiezo a pensar en qué foto es la que más te va a encajar: qué luz, qué estética, que tipo de fotografía vamos a obtener para que tus fotos cuenten tu historia y no otra. Así, cuando llegas a mi estudio o a la ubicación que hayamos elegido, yo ya llevo una parte muy importante del trabajo hecho y me centro en lo que queda por hacer: plasmar aquello que tengo en la mente, ayudarte a posar sin que te des cuenta que estás posando, hacerte sentirte cómoda y que pases una maravillosa experiencia conmigo.

Así que hoy, con permiso de la retratada, os voy a traer una de las historias detrás de las fotografías. Preciosa. No te adelanto más.

Cuando recibí el encargo, M me contó que su madre tiene Alzheimer. Su madre, que había sido una mujer muy avanzada para su época, una aventurera, culta y con un sentido del humor maravilloso, había dejado de ser ella. Era otra persona que ya ni siquiera la reconocía y a la que no reconocía. Se había transformado en una mujer extraña a la que seguía queriendo con locura y a la que dolía cuidar. Y también me contaba que en su salón, una de las pocas fotografías que tenía era una de su madre. Su favorita. Se la habían hecho cuando tenía más o menos 50 años y cada vez que la veía, ahí si la reconocía. Era su madre tal y como era antes de la maldita enfermedad.

Ya sabes que muchos de los hijos con personas con Alzheimer, su mayor temor es heredar también esa enfermedad. Y se acercaba su cumpleaños. Y una idea le empezó a rondar la cabeza… Y me contó que ella quería regalar a sus hijos una foto, ahora que está en su flor, ahora que ella es divertida, vital, culta y una fuerza de la naturaleza. Una foto que sus hijos en el futuro puedan poner en su salón y verla y reconocerla.

Yo si la reconozco.

He hablado con sus hijos.

Y ellos si la reconocen.

 

No esperes más. Ahora es el mejor momento para contar tu historia. Yo te ayudo a ponerla en fotografías y que te reconozcas.

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