Regalos compartidos

bebé Marina de Oteo

Creo que ya te lo he dicho alguna vez, pero uno de mis temas favoritos es cuando te traigo las historias que hay detrás de una imagen. Cómo se han gestado, cual era la motivación que hizo que me llamaras y que te decidieras por fin a dar el paso a hacer una sesión de fotos conmigo. Y el resultado, claro. Porque te aseguro que hay unas historias tan bonitas… que no puedo hacer otra cosa más que compartirlas.

Hoy te traigo una muy, muy bonita, ya verás. Comenzamos con una tarjeta regalo: es el cumpleaños de su marido y por su cumpleaños le quiere regalar una sesión de fotos. Están aquí, visitando a los abuelos y quiere regalarle una sesión familiar en el concepto más amplio de la palabra familiar: abuelos, padres y nieto (un bebote de 10 meses con unos rollitos… para comérselo).

Así que dicho y hecho: preparé una tarjeta regalo y tuvimos que ir maquinando para quedar en un momento en el que él (el homenajeado) no se diera cuenta que su mujer se había escabullido para recoger dicha tarjeta. A sus espaldas estuvimos hablando sobre el vestuario que iban a llevar todos: abuelos, padres y nieto. Así que llego el día del cumpleaños y ¡ya estaba todo preparado! Sólo faltaba hacer la sesión de fotos.

Ya me habían advertido que teníamos que quedar cerca del domicilio de los abuelos, porque teníamos una hora larga, no más, porque el abuelo estaba malito y dependía de una bombona de oxígeno. Para mi no suponía ningún problema, me adapto a las circunstancias que tengo y procuro exprimir las posibilidades de cada ubicación al máximo. Así que empezamos la sesión y me encontré a una familia maravillosa: un bebé riquísimo que estaba empezando a descubrir el mundo, unos padres que estaban locos por su primer hijo y unos abuelos que se les caía la baba con su nieto. Y mucha, mucha complicidad. Siempre me maravilla la alegría que es capaz de traer un niño a una familia.

Y el abuelo… entendí porqué teníamos que quedarnos tan cerca y es que cuando hicimos la sesión de fotos estaba esperando un trasplante de pulmón. Pero como un campeón, se quitaba los tubos que le llevaban el oxígeno a la nariz durante unos minutos para hacerse una serie de fotos, descansaba un rato mientras hacía otra serie de fotos a los papás o al bebé… y así fuimos construyendo un reportaje familiar para el recuerdo. Todos, porque los recuerdos familiares se construyen entretejiendo generaciones y sentimientos, y os puedo asegurar que en esa familia había muchos, y muy bonitos. Y eso se nota.

Hace poco volví a hablar con los abuelos y me dieron una gran noticia: resulta que poco después de hacer esa sesión de fotos, por fin terminó la espera y les llamaron para realizar el trasplante. Mira, me llevé una alegría como si le hubiera pasado a mi propio abuelo!

¿A que es bonita la historia detrás de este reportaje? Lo único malo es que no os voy a poder enseñar las fotos tan chulas que han salido porque prefieren mantenerse en la intimidad. Pero me han dejado publicar la foto que acompaña a esta historia, esa si.

Así que, si quieres hacer un regalo verdaderamente especial… habla conmigo.

Si quieres conseguir un reportaje familiar para recordar… habla conmigo.

Y si tienes una historia que quieras convertir en imágenes… habla conmigo.

Seguro que juntas hacemos algo memorable.

P.D. En nada abro agenda para las sesiones de Navidad. No te vayas lejos.

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