Sesiones fotográficas a adolescentes
Si te has dado cuenta, suelo publicar fotos de niños más pequeños. Cuando crecen y dan el paso a la siguiente etapa, la temida adolescencia, parece que se para la necesidad de retratarlos o de capturar su momento. Yo sé que eso no es verdad. A nosotros, como padres, nos encantan todos sus momentos, aunque ellos no nos quieran tan cerca como antes. Y puede que con la necesidad de darles el espacio que reclaman nos quedemos sin el recuerdo de una etapa tan bonita e importante como el resto de ellas.
Por eso hoy estoy muy contenta de traeros una muestra de una sesión de fotos a un chico de 16 años. Con esta edad la dinámica de las sesiones cambia completamente. Ellos están acostumbrados a manejarse en redes sociales y en ellas impera el lenguaje audiovisual. El envío de fotos, videos, etc, está a la orden del día y eso hace que sepan perfectamente qué es lo que les gusta y lo que no, con qué imagen de si mismos están cómodos y también con lo que no están a gusto. Lo que sirve para uno puede que no le guste a otro y eso hay que respetarlo y mucho.
Otra cosa que cambia en las sesiones con adolescentes es que, así como cuando son más pequeños casi ni se plantean que la sesión la puedan hacer sin papá y mamá, en este caso prefieren que los padres no estén presentes (a no ser que se trate de una sesión familiar, pero no es el caso del que estoy hablando hoy). Se encuentran mucho más cómodos a solas conmigo, porque la timidez les dura 5 minutos hasta que me conocen un poquito y empiezan a darse cuenta que no sólo les sigo el rollo sino que les propongo sitios, poses, juegos visuales… y se empiezan a divertir.
En el fondo, para ellos, es como jugar por un día a ser modelos ¿y a quien no le gusta sentirse así de especial?
Todo lo que hoy os he contado es exactamente lo que ocurrió en la sesión de fotos con Gaizka: al principio un poco cortado, pero es normal, todavía no había entrado en «calor» y los padres estaban viendo a ver qué tal iba todo. Pero en cuanto nos dejaron a nuestro aire… tardó 5 minutos en ponerse en situación y seguir todas mis propuestas. Y 10 minutos más tarde ya me estaba haciendo las suyas. Y es perfecto porque así pudimos obtener el tipo de fotografías que él quería y muchas más que él no tenía en su cabeza pero que yo le pude proporcionar viendo su personalidad y sus gustos.
¿Resultado? Todos felices: Gaizka porque tiene un montón de fotos con las que se siente identificado (y lo sé de buena tinta porque ya las he visto por redes sociales) y los padres también encantados porque tienen un recuerdo de calidad de un momento vital importantísimo en la vida de su hijo.
Así que en conclusión, si no sabes qué le puedes regalar a tu hijo por su cumpleaños, o por su graduación o por sus 18 años o cualquier otra ocasión que se te pueda ocurrir… ¿Qué mejor regalo que se sienta modelo por un día?