Está mal que lo diga pero…

Boda Marina de Oteo

Hoy igual soy un poco más breve de lo habitual, porque mi mensaje de hoy es claro y conciso:

GRACIAS

¿Y porqué y a quién doy las gracias?

Ahora mismo te lo explico, pero primero déjame que te cuente una reflexión que nos hizo una fotógrafa reconocidísima en un workshop al que acudí para beber de sus conocimientos.

Ella nos contaba que estuvo durante muchos años estuvo haciendo bodas y que la razón de dejar de hacerlas fue el trato que recibía por parte de los novios, de las personas que la habían elegido para inmortalizar uno de los momentos más importantes de su vida. Que muchas veces terminaba llorando, que en una jornada de 14 horas no les habían tenido en cuenta para darles algo de comer o de beber y que básicamente les trataban como al último mono del lugar. Después de la última boda en la que se sintió especialmente maltratada decidió que nunca más, y nuca más. Dejó de hacer bodas y se dedicó a otros menesteres: formación (cosa que a mi me ha venido muy bien) y sesiones de retrato. Pero bodas no.

Y ahora es cuando yo te explico porqué y a quién doy las gracias.

A ti. Cada vez que me pides que inmortalice las fotos de tu gran ocasión y me haces sentir como una invitada más. Cada vez que te preocupas por mí, charlas conmigo en mitad de tu celebración, me recibes con una gran sonrisa y un abrazo… es que puedo poner tantos ejemplos, que entonces sí que me extendería demasiado.

Sólo te voy a poner 2, los dos últimos que me han ocurrido en la última semana para no irme más lejos y para darte una muestra de lo bien que me hacéis sentir.

Bautizo. Después de hacer todas las fotos de la ceremonia y las fotos familiares, después de preguntar si seguro, seguro ya tienen todas las fotos que querían, no gracias ya tenemos todo, entonces yo ya recojo, felicito a los padres, pasadlo genial y disfrutad de la celebración. Y me suelta el padre del bautizado: “nos vamos a tomar algo ahí, ¿te quieres venir?”. Pero se puede ser más majo????? No acepté porque ese momento es para vosotros, pero… ¡qué detallazo!

Boda. Una boda sencilla, en el juzgado y luego con los familiares y los amigos más cercanos en un local del pueblo. Llegamos al local, muertos de calor todos: novios, invitados y la mua que no es inmune. Empiezan a repartir coca-colas y cañas como si no hubiera un mañana (normal, es que qué calor), yo evaluando el local, los invitados, la luz, calculando por dónde iba a comenzar el reportaje de la celebración… y se acerca la novia: Marina, qué tomas que tienes que estar muerta. ¡En ese momento! Recibiendo a los invitados, preocupada porque todo el mundo estuviera a gusto y tratándome como a una más de su fiesta.

Así que si, me encanta mi trabajo. Me encanta ser testigo de cómo disfrutáis, de los momentos tan bonitos que vivís, de la emoción, de la alegría. Y también me encanta que me incorporéis a vuestra celebración durante un ratito y me hagáis sentir como una amiga.

Por eso, no sé si está mal que lo diga yo, pero… ¡qué suerte tengo!

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