Creatividad.

Esa palabra está muy presente en esta profesión en la que tienes que conjugar muchos aspectos, pero en la que no puedes olvidar que, en último término, lo que cuenta es el aspecto artístico. Y personalmente, junto con la conexión con la persona retratada, es uno de los aspectos que más me atrae.

El que cada sesión se convierta en un nuevo reto es algo que me mantiene absolutamente despierta y viva. Que hace que mi cabeza se mueva y gire no pare de funcionar. Y me encanta. Y como todo en esta vida, cuanto más lo entrenas, mejor responde.

Así que hay veces que me preguntas… ¿y cómo se te ha ocurrido esta foto? O ¿de dónde ha salido esta idea? Realmente, aquí también estamos hablando de creatividad. De dónde salen las ideas, cómo llevarlas desde la cabeza hasta una imagen… El proceso creativo.

Hablando con otras personas me he dado cuenta que nadie lo sabe explicar claramente. Probablemente sea una suma de todo lo que vives, lo que ves, lo que lees y lo que se cuece en tu cabeza. Lo que te gusta y lo que te repele. De las conversaciones con los amigos y de las que sólo mantienes contigo mismo en tu cabeza. Todo ahí en la coctelera.

Y entonces, de repente, sale. Puede ser una canción, o una frase escuchada de manera casual en algún lugar o cómo incide ese rayo de luz sobre esas hojas, o el gesto de aquella persona y pum, una imagen se forma en mi cabeza. A partir de ahí, ya sólo queda pulirla, trabajarla, moldearla.

Hoy te traigo una de esas fotos que salieron de un día así. Un ¡pum! en mi cabeza. En este caso estaba paseando por mitad del pueblo, por un boulevard que hay con un pequeño parque de niños y plantas aquí y allá. Una de esas plantas estaba en flor. Una flor roja, extraña, preciosa y curiosa que llamó mi atención inmediatamente. Y me dije…. “ahí en medio necesito a alguien”. Ya tenía la imagen en mi cabeza perfectamente delineada. De hecho, le dejé a mi marido con la palabra en la boca y me fui a buscar cual de todas las plantas con esas flores rojas me gustaba más para mi idea. Menos mal que está acostumbrado a estas “desconexiones” y no se lo toma muy a mal.

Pues aquí lo tienes. Si no te cuento que estamos en mitad de un pueblo… ¿lo hubieras pensado?

Y recuerda, puedo poner mi creatividad en marcha para ti. Sólo tienes que llamarme.